martes, 21 de febrero de 2012

"La Santa de Melo"


CERRO LARGO | NÉSTOR ARAÚJO











A 105 años de su muerte, María Amelia Ferreira se convirtió en la "Niña Milagrosa" de Melo. Habitantes de Cerro Largo y turistas le piden favores que ella cumple, según los regalos de agradecimiento que los devotos dejan en su tumba.
Cuando se pretendió reducir sus restos, 56 años después de haber sido sepultada en el cementerio de Melo -el 8 se setiembre del año 1906- su cuerpo permanecía intacto. Desde entonces es destino obligado de turistas y creyentes que la consideran la "Niña Milagrosa".
Cada 60 días deben limpiar su sepulcro debido a la gran cantidad de ofrendas. Deportistas y estudiantes, enfermos o personas afectadas por el "mal de amores" son quienes más agradecen favores, según se puede leer en las decenas de placas colgadas en el sepulcro de María Amelia.
Hay quienes agradecen sus milagros entregándole muletas, libros, dinero y hasta joyas. Las ofrendas de valor son colocadas por una ranura al costado de la lápida para impedir los robos.
En 1965 el cementerio era objeto de una transformación debido a la construcción de los primeros nichos y panteones, por lo que debieron desenterrar los cuerpos cuidadosamente para que los restos fueran colocados en las nuevas estructuras, fue ahí cuando el funcionario Almir Álvarez -que había ingresado hacía un año como empleado municipal- se encontró con el cadáver de María Amelia. "Parecía una muñeca, como si su fallecimiento hubiese ocurrido recientemente, estaba como embalsamada", dijo aún admirado el funcionario, que hoy está jubilado.
El capataz del cementerio, "Venancio Liencres -ya desaparecido-, mandó parar esa tarde toda la actividad y volver a tapar el cuerpo y dejarlo en ese lugar ya que no se podía reducir porque estaba entera y nosotros estábamos preparados para desenterrar huesos y no personas como momificadas", recuerda Álvarez. "Nunca me voy a olvidar; la niña tenía las uñas largas e intactas, piel blanca, su cabellera le llegaba hasta la mitad del cuerpo, como que le siguiese creciendo a pesar de los años que estaba enterrada", aseguró. "Me quedé helado y pedí que me sacaran de allí", confió.
Los testigos del episodio fueron varios: los siete funcionarios de la necrópolis, los reducidores, que ofrecían sus servicios para lavar, limpiar y colocar en las urnas los huesos.
"La niña vivía en una zona rural y habría fallecido a los dos años", comentó el funcionario. Hace 34 años dejó de existir su tía que vivía en Melo, pero nadie nunca supo si existen o no otros descendientes.
"Sus milagros, según muestran los agradecimientos y las ofrendas, comenzaron a verse recién en la década de 1980", dijeron los actuales funcionarios del cementerio de Melo.
Hace 10 años la administración departamental de gobierno construyó una ermita para cubrir su tumba.
"MILAGROS". "Mi hija vivió gracias a María Amelia", dijo Martín, padre de una niña que hoy tiene 11 años y que rezaba en la tumba: "Yo ya había perdido dos hijos porque mi señora tenía problemas en los embarazos y cuando nació mi hija tuvo serios problemas y María Amelia oyó mi oración y aquí le traigo algunas ropas de cuando mi hija era chica y esta maceta con flores; es la santa de Melo".
Alba de 62 años, estaba hincada y rezaba en silencio, al terminar su oración dijo que "el cuerpito de esa niña sigue allí para hacer milagros" y ella dice que todo lo que tiene se lo agradece a Amelia.
En las ofrendas se puede leer una copia del título de un médico, un coche de bebé, un par de muletas, un yeso de una persona que seguramente resultó fracturada pero lo que más resalta es la gran cantidad de juguetes, muñecas, mamaderas y golosinas que niños le dejan.
"A nadie le ha dado el coraje para volver a abrir su tumba y creo que no lo van a hacer nunca", dijo Álvarez.





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